¿Qué hacemos con los residuos de las impresoras 3D?
Frente a las ventajas de la impresión 3D, surgen nuevos desafíos ambientales. Uno de los más acuciantes: qué hacer con los residuos plásticos generados.
Vivimos una auténtica revolución tecnológica en la que las impresoras 3D, que hasta hace dos días parecían cosa de ciencia ficción, empiezan a ser una realidad cotidiana que nos ofrece un mundo de posibilidades: imprimir comida y figuras decorativas a medida, hacer prótesis para personas con parálisis e incluso edificar casas en la Luna.
A nivel medioambiental, algunos expertos se muestran optimistas, pues la impresión 3D podría combatir, por ejemplo, la obsolescencia programada: ya no hará falta tirar un aparato en estado perfecto si se nos rompe una pieza clave para su funcionamiento: la podremos imprimir. Además, las impresoras 3D también podrían contribuir a generar circuitos de fabricación más locales, por lo que el impacto ambiental del transporte mundial se reduciría considerablemente.
Pero también hay desventajas. El problema, no olvidemos, radica en que la impresión 3D se alimenta, fundamentalmente, de plástico. Dejando a un lado el impacto que supone la producción de este material, y la dependencia que genera de los combustibles fósiles, tenemos el problema de los residuos. En la Universidad de Berkeley, California, lo saben perfectamente, pues disponen en su campus de unas 100 impresoras 3D que son empleadas por numerosos equipos de investigación y que generan más de 200 kilos anuales de residuos plásticos.
Para intentar cerrar el ciclo y que toda esa basura que se quede y se recicle dentro del campus, dos estudiantes del Centro de Recursos Ambientales de esta universidad han creado un sistema que recupera todo ese plástico usado, lo tritura, lo derrite, y produce un nuevo carrete que se puede utilizar de nuevo en las impresoras 3D del campus.
"Mi objetivo es reducir las ineficiencias de la impresión 3D para que esta tecnología pueda alcanzar su máximo potencial sin ser sepultada por montañas de deshechos", explica Nicole Panditi, una de las jóvenes creadoras de este sistema. "La idea es que los plásticos no salgan nunca del campus", explica Lin King, asesor del equipo de investigadores. Además, la generación de este circuito cerrado con cero residuos también disminuye la huella de carbono del proceso de impresión, afirma el especialista.
Hacia una impresión más eficiente
Esta no es la única iniciativa para eliminar el problema de los residuos. Hace unos años, Richard Zhang, investigador en la Universidad Simon Fraser de Canadá, desarrolló un algoritmo para descomponer un objeto 3D en piezas piramidales.
Según el científico, que publicó su idea en la revista ACM Transaction on Graphics, esta forma es óptima para la impresión 3D, que no desperdicia nada de material y además ahorra tiempo de impresión. Las piezas se pueden imprimir por separado y después pegarse para obtener la forma final, como así demostró Zhang con la impresión de un arbolito de Navidad.
Se trata de estupendas iniciativas que, si bien no eliminan el problema de fondo de la dependencia del plástico, al menos evitarán que la impresión 3D se convierta en otra fuente más de residuos no reciclables que contaminan el planeta.
Fuente informativa: Muy Interesante / Por: Victoria González
Fecha de consulta: 28/06/2017